NEWSPAPER EL PAIS DIGITAL

Date: July 2007
Title: Lucha contra su mal y hoy filma en Hollywood.
Article by: Magdalena Herrera

La garra Saravia

La vida de Mauricio Saravia ha despertado interés de productores de Los Ángeles que ruedan un documental que se estrenará en septiembre. El film no sólo habla del mal que aqueja al artista, sino de cómo deben derribarse los estereotipos y continuar adelante.

En Hollywood está terminando de filmarse el documental Saravia, un hombre, un sueño, su viaje, que relata la historia de Mauricio, bisnieto de Gumersindo, el hermano de Aparicio Saravia.

Mauricio hoy tiene 36 años, es artista plástico, poeta, compositor y actor, y vive en Los Ángeles. Se ha pasado la vida entre Estados Unidos y Uruguay, su país natal, dada la in-finidad de cirugías por las cuales debió atravesar; la primera fue a los cinco años.

Padece lo que se denomina "Síndrome McCune-Albright", una extraña anomalía de la glándula hipófisis. En dos oportunidades los médicos le dijeron a sus padres que durante las cirugías había sufrido muerte clínica, y más de una vez le diagnosticaron la edad a la que no sobreviviría.

Sin embargo, Mauricio Saravia es un convencido que su pasión por la vida lo ha hecho llegar hasta donde se encuentra hoy. Y, ese es el leit motiv del documental que se trae entre manos. "Intentamos romper con el estereotipo del pobrecito no puede". Yo logré realizar muchas cosas en mi vida, más allá de los obstáculos. Existe mucha gente con limitaciones físicas o problemas médicos, que quizás tengan mucho potencial ya sea en el arte u otras áreas pero no lo desarrollan porque son discriminados, o por otros motivos. También, el film tiene un mensaje para las personas sanas, de cómo debe ser la actitud frente a quienes no han tenido su suerte", cuenta Mauricio Saravia desde su oficina en Los Ángeles.

HISTORIA. Luego de tantos kilómetros recorridos entre Estados Unidos y Uruguay, el joven finalmente se radicó primero en Nueva York, luego en Denver y desde diciembre de 2004 vive en las cercanías de Hollywood, en donde puede desarrollar sus facetas artísticas y periodísticas a pleno. Allí, en lo médico, es tratado en un programa de investigación científica de la clínica de endocrinología, del Hospital de la Universidad de California.

En este momento se encuentra a full, dice, en la posproducción del documental. "Fue una gran experiencia, la verdad. Resultó un poco extraño volver para atrás y acordarme de cosas que mi mente había enterrado en el pasado, y transcurrir por la telaraña que es el tiempo. También resultó una sensación surreal estar ahí con actores como Dennis Haysbert (24, The Unit), Sarah Thompson (7th Heaven, Angel), el sobrino de Francis Ford Coppola, Christopher, que también es hermano de Nicolas Cage y primo de Sofía Coppola, entre muchos otros. Hablaban de mí como si yo no estuviera presente. Me hizo ver mi vida desde otra perspectiva. Mi madre y mi hermana Catalina relataron anécdotas de mi infancia. La gran pintora y amiga Marjorie Goodson-Cagle se puso a llorar; fue emocionante", confiesa entusiasmado.

-¿Se pregunta seguido "¿por qué a mí?"

-La verdad es que vivo a una velocidad tal, que siento que la vida es corta y que no tengo tiempo para preguntarme. Los días parecen segundos y, las semanas, minutos. La vida pasa tan rápido que, sencillamente, no he tenido tiempo para cuestionarme. Estoy siempre tratando de disfrutar, y me hace feliz poder ayudar emocionalmente a los que me rodean de la manera que puedo. ¿Qué sería la vida si uno no pudiera marcar una diferencia? Cada ayuda, aunque sea vista como un granito de arena en la inmensidad del planeta, significa mucho para mí. Justamente, con esta película intentamos inspirar a la gente que tiene problemas de salud o limitaciones físicas para que se animen a luchar por sus sueños como lo ha hecho el admirable profesor Stephen Hawking. Si logramos que algunas personas se motiven con el documental, hemos cumplido nuestro cometido.

TRAGO DURO. Que Mauricio Saravia no se pregunte "¿por qué a mí?" es realmente increíble, ya que el síndrome que padece sólo se observa en una persona entre un millón.

"No mostraba signos de ninguna enfermedad. Nació en Impasa, y su primer pediatra fue Julio Lorenzo, profesor de la Universidad. Nos entregó una tarjeta que certificaba su buen estado de salud. Pero Mauricio expresó signos de dolor aún antes de que pudiera hablar. Sentía molestias en la cabeza. Pero como no había manifestaciones visibles del problema interno, ni el doctor Lorenzo ni muchos otros pediatras que consulté durante varios años, quisieron examinarlo más profundamente. En realidad, todos decían que debía ser mi ansiedad por tratarse de mi primer hijo", recuerda Marisa Damele, madre de Mauricio, y actualmente su manager, y productora del film Saravia.

No fue hasta 1975, cuando Mauricio tenía cinco años, que Marisa logró que alguien la escuchara en profundidad. Fue el Dr. Mario Goldaracena, quien realizó varios exámenes, hasta que las placas mostraron graves anomalías internas óseas, en el cráneo del niño. A partir de ese momento, comenzó un largo y difícil viaje de especialistas, chequeos, cirugías graves en Uruguay y Estados Unidos.

"Lo que él padece no es un enfermedad sino lo que llaman "Síndrome Médico". No es transmisible ni hereditario. Él nació con una anomalía en su glándula hipófisis, que es la que controla todas las demás glándulas. Es algo así como el chip principal de nuestro cuerpo porque contiene los patrones que forman la fisonomía y el desarrollo del esqueleto. Los científicos no saben aún porqué algunos individuos nacen con esta glándula funcionando en forma anómala, y hace que algunos huesos crezcan pa-ra afuera igual que para adentro, lo cual en algunos casos puede provocar graves presiones en órganos internos, inclusive cerebro, corazón y pulmones", agrega la madre, con cierta angustia al recordar todo lo pasado hasta encontrar el motivo del sufrimiento de su hijo.

LA VIDA. Este extraño síndrome también puede conducir a la muerte. En otras ocasiones, puede desarrollar diabetes en edad adulta, lo que no sucedió con Mauricio. "Gracias a Dios, -dice la madre- en su caso, se vio muy afectada su tiroides y se le trató con radiación aquí en Los Ángeles".

-Mauricio, muchas veces los médicos diagnosticaron que no viviría hasta tal o cual edad. ¿Se fue enterando? ¿Qué sentía?

-La verdad es que era tan chico que lo tomé como algo natural. La primera vez que lo supe, porque se lo oí a unos médicos, tenía 9 años, pero no lo comenté con nadie. Mi madre me dice que una vez le pregunté: "¿cuánto voy a vivir?" Y ella me contestó: "eso no lo sabe más que Dios". Esa situación me creó un sentido de urgencia, que tenía que hacer todo rápido, porque se me escapaba el tiempo, y quería utilizarlo para crear. Me pasaba las noches durmiendo apenas cuatro horas. Recién desde hace unos pocos años puedo dormir seis o siete horas, sobre todo después de meditar.

-¿Siente temor a la muerte?

-Personalmente, no siento miedo en absoluto. Desde que era niño yo sentí a los médicos decir que no iba a vivir mucho. Le dijeron a mis padres en dos oportunidades, al salir de cirugías, que había sufrido muerte clínica por unos minutos. En la primera, tenía 5 años y en la segunda, 18. Una vez, yo sentí que me estaba por morir. Había salido de una operación muy grande y el monitor empezó a sonar muy rápido. Sentí la muerte cerca. Es un sentimiento algo difícil de describir. En ese momento, yo sonreí y le dije a mi padre: "bueno, la verdad es que fue un gusto conocerte, ¡ciao!" Quise hacer una broma para distraerlo porque tenía cara de miedo. Pero no era mi momento, y aquí estoy aún. Creo que la pasión por esta vida me lleva a hacer muchas cosas.

-¿De dónde sale esa pasión?

-Siento la necesidad de aprender de la vida, y de vivir todo lo que pueda. Por supuesto que también me afligen mucho los problemas de la sociedad que nos rodea, como la gente que está pasando hambre, un flagelo de todos los países del mundo. Trato de ayudar como puedo, donando cuadros. Pero me gustaría poder hacer más, y por eso este documental. Espero que no tengan una idea equivocada acerca de mi situación financiera. Los Ángeles es muy caro y yo vivo muy sencillamente. No tengo casa ni auto. Vivo al día y muy justo. Lo único que tengo para dar es mi pintura, y lo he hecho tanto en Uruguay como en Estados Unidos. Este año, los expertos le han dado un valor alto a mis pinturas, basados en mi historia de vida. Pero eso significa que es más difícil vender. El negocio del arte es extraño. Los pintores no vendemos solos. Hay siempre un intermediario que trabaja a comisión, y se lleva entre 30, 40 o 50% de la obra. El arte es considerado una industria y es un negocio truculento.

-¿Cuándo descubrió que el arte sería su vocación y medio de vida?

-Mis primeros recuerdos son de hacer dibujos en las paredes de casa y mi madre retándome por eso. Me dieron papel, lápices y crayolas para que dibujara. Tenía menos de tres años, y me pasaba las horas. En mi adolescencia comencé a retratar personas, y continué durante años. Pero no fue hasta los 19 años que empecé a pintar y me di cuenta que eso era algo que quería hacer para el resto de mi vida. Hay noches que me quedo has- ta la madrugada porque siento que tengo algo que expresar y no lo quiero dejar para el otro día. Por eso, entre otras cosas, amo Uruguay. Allí se despertó mi vocación por pintar y crear. Últimamente, no puedo hacerlo durante tantas horas seguidas. Mi problema de salud no me lo permite, ya que pintar en acrílico es un gran esfuerzo físico. Por suerte, también me puedo expresar a través de mi poesía. Por eso, siento que soy pintor y poeta más que cualquier cosa.

-¿Cómo se hace para sobresalir artísticamente en un medio tan competitivo como Los Ángeles?

-A mí me encanta relacionarme con la gente y salir a eventos. Cuando llegué a Los Ángeles, me invitaron a festivales de cine, premieres y galas, gracias a la revista que dirijo en Internet, Artist Interviews. Después hice muchos amigos que, a su vez, me invitaban para más eventos, y conocí bastante gente. Me gustaría poder concurrir a todos los lugares que me invitan pero no puedo, sobre todo ahora que el documental está terminando de producirse. Mi madre también me ha ayudado mucho a publicitarme, y es mi manager.

-¿Cómo nació la idea del documental sobre su vida?

-Varias personas me habían propuesto hacer un film antes, pero no había aceptado porque no estaba de acuerdo con el enfoque que le pensaban dar. Eran siempre enfoques relacionados a mi problema de salud, muy estereotipados. Yo había entrevistado a Joaquín Montalván (el actual productor de Saravia) por su documental acerca del artista de Blade Runner, Syd Mead, y luego lo conocí bien en un festival. Ahí me propuso hacer un film sobre mi vida. Nos reunimos luego, él, mi madre, que es la productora ejecutiva, y yo, y decidimos llevar a cabo el proyecto. Aún quedan un par de filmaciones. Tiene que estar listo en septiembre para intervenir en los festivales de cine.

-También actuó en una película aún no estrenada. ¿Cómo se abrieron esas puertas?

-Descubrí por accidente que me gusta mucho actuar, es algo nuevo para mí, que no tenía planeado. No lo pedí, me lo ofrecieron en un festival y me sorprendió muchísimo. Me solicitaron que fuera a un ensayo. El productor me dijo que era un "actor natural", y me contrataron para la película, que aún está en producción. Fue una experiencia interesante de ocho meses. La semana pasada me ofrecieron actuar en un film de horror y no acepté el papel porque era muy sangriento. El año pasado, la productora Varda Hardy hizo un mini video titulado "Los 1.000 lados de la luna", que llegó a Cannes en el Short film Corner. Este año fue incluido en un dvd compilación de Moving Pictures, una revista para los productores de Hollywood. Para ese dvd, recité mi poema del mismo nombre, caminando por la playa Venice, que se encuentra en la costa de Los Ángeles, y compuse música para el video. Creo que me he hecho conocido también porque, en los últimos tres años, me han entrevistado en varios canales de televisión, y eso me ha abierto puertas a la vida social angelina.

-¿Qué espera del futuro?

-Me encantaría seguir aprendiendo más de la vida, conocer países y ciudades. Quiero continuar creando, en pintura y poesía. Aspiro, como te dije, a marcar una diferencia, ayudando en lo que pueda con muchas cosas injustas que se ven en la vida.

"Llevaremos el filme a Uruguay"

No es fácil realizar una película en Hollywood y menos sin presupuesto. Aún así, este polifacético artista (www. MauricioSaravia.com) ha logrado lo imposible, con rodajes en los sitios más espectaculares de la meca del cine, en limusinas, en centros nocturnos, y junto a actores de renombre. "Una de las razones por las que llevó diez meses su rodaje fue la falta de dinero", dice.

El documental Saravia, un hombre, un sueño, su viaje (www.SaraviaFilm.com) está completamente filmado en inglés, incluso cuando hablan los familiares de Mauricio. "Estamos en tratativas para subtitularla al español y conseguir una distribuidora para que pueda ser vista en Uruguay, y si se puede en otros países de Sudamérica", agrega, mientras continúa su labor en el área plástica, en la poética (se encuentra por publicar su tercer libro que le llevó nueve años escribir y recorre desde su etapa en Nueva York hasta la actualidad). También, trabaja a pleno, junto a su madre, dirigiendo su digital revista Artist Interviews (www.ArtistInterviews.com), en el que desarrolla otra área que le apasiona.

Bisnieto del Saravia decapitado

"Crecí escuchando historias de los Saravia, relatadas por mi padre y mis tíos. Soy bisnieto de Gumersindo, quien no solamente peleó con su hermano Aparicio en la revolución blanca sino que luego formó sus propias tropas con la intención de recuperar las tierras que Brasil tomara de nuestro país. El virrey de Portugal puso precio a su cabeza y unos mercenarios lo ubicaron y lo mataron. Le llevaron su cabeza al virrey, quien residía en lo que ahora es Rio de Janeiro. Mi abuelo se llamó José Francisco, pero a mi padre le pusieron también Gumersindo", cuenta Mauricio.

-¿Pesó el apellido en su vida?

-No, también fue algo natural para mí. Crecí entre políticos y diplomáticos, y desde los 9 años mi padre me daba libros de política nacional e internacional para leer. Estoy tan enfocado en el arte que no tengo tiempo para otra cosa, pero la política es fascinante también. Acá, el apellido Saravia no significa nada. Lo único que me pesa es explicarle a la gente cómo se pronuncia. Siempre acentúan en la letra i. Me dicen Saravía.

Viajes, golpes y la fascinación de Los Ángeles

Mauricio Saravia viaja a Estados Unidos desde que tenía 6 años, ya sea por cirugías o chequeos. Cuando cumplió 11, vivió con su familia tres años en San Francisco, pa- ra luego retornar a Uruguay. A los 18, viajó a Springfield, Massachussets, por dos nuevas cirugías, y vivió en San Francisco y Monterrey. Volvió al país porque su abuelo materno, Tomás Damele, a quien quería mucho, estaba enfermo. "Era mi amigo y necesi-taba que lo acompañara", cuenta.

Hubiera regresado a Estados Unidos, pero su padre no estaba bien tampoco y se quedó. "En 1991, tuve dos cirugías más. Recuerdo a mi amigo Héctor Crocco que me ayudó mucho durante el largo posoperatorio. Todo esto en medio de exposiciones y la publicación de mi primer libro de poesía, The Odd Lott (El extraño lote)".

En 1998, murió su padre, Gumersindo, lo que representó uno de los momentos más tristes que recuerda Mauricio. Luego de ese duro momento, el novel artista decidió radicarse en Nueva York, con la idea de presentar su segundo libro de poemas, Esencia, y realizar una exposición. "Pero estaba solo, sin dinero como para hacerlo. Después queriendo aprender más de la vida, decidí vivir en el Bronx. Fue una experiencia bastante intensa. Fui golpeado y la policía me llevó al hospital, y me aconsejó que me mudara. Un amigo de la familia me invitó a ir a Denver, me gustó por su tranquilidad y me quedé unos años. Mi problema de salud tiene altos y bajos, y en el año 2001 comencé a sentirme mal. Mi madre fue a acompañarme, y me fui recuperando. Fundamos juntos la revista digital Artist Interviews. Después tuve que irme porque en Denver no tenía asistencia médica para mi mal y estaba sintiéndome mal. Elegí Los Ángeles porque tenía la inquietud de vivir en una ciudad que estuviera más dedicada al arte y entretenimiento. Y sí, tiene una gran energía creativa. Todo el mundo tiene proyectos distintos, y es fascinante porque conocés gente de todas las nacionalidades. Los Ángeles es una ciudad rápida, a veces siento que mi vida es como un film que está en fast-forward, y hago un esfuerzo por hacerme tiempo, descansar y meditar".

"Mis emociones guían mi mano al pintar"

Los artistas Matilde Bejar, Américo Espósito, Eugenio Saizew y Agustín Urban fueron personas que no sólo influenciaron en la obra de Mauricio Saravia, sino que además lo apoyaron en sus primeras muestras y trabajos. "Urban un día agarró una pintura que yo estaba realizando y la dio vuelta, y se desparramó el óleo por todos lados. Quedé mudo y él me dijo: `no tenés que aferrarte tanto a la realidad`. Me ayudó a soltarme. Respecto a la poesía, crecí leyendo, y me interesan autores como Pedro Picatto, Almafuerte, Walt Whitman, Ray Bradbury, Jiddu Kris-hnamurti, Rumi, y recientemente la poesía de Leonard Cohen. Pero en relación a lo que pinto y escribo, trato de expresar a mi manera y en mi estilo lo que estoy sintiendo en el momento. Mis emociones y sentimientos se plasman en lo que hago sin seguir ningún estilo. Cuando me paro adelante del canvas blanco busco dentro de mis emociones y dejo que ellas guíen mi mano."